domingo, 22 de abril de 2012

MEMORIA NAVAS DE TOLOSA 1212


El Castillo y Parador Nacional de Santa Catalina de la ciudad de Jaén se encarama en la cresta del cerro consagrado a Santa Catalina, pues según la veneranda leyenda fue el día de Santa Catalina cuando nuestro Rey Fernando III el Santo recuperó la ciudad de Jaén para la Cristiandad, después de siglos sometida bajo el cruel yugo sarraceno. Al Castillo de Santa Catalina vino el General Charles de Gaulle, una vez retirado de la vida política, y aquí escribió sus memorias. Ayer, la asociación MEMORIA NAVAS DE TOLOSA escribió la primera página de su presencia en la vida cultural del Santo Reino de Jaén.

A las 15:30 era de ver la de gente que esperaba a la puerta de las dependencias del Parador, donde se realizaría la presentación oficial de esta asociación. La mayor parte del público estaba formado por jóvenes de ambos sexos, tanto de la ciudad de Jaén como de otros pueblos. También honraron el acto con su presencia españoles venidos de muy diversos puntos de nuestra geografía: de Albacete, de Madrid, de Jerez de la Frontera, de Murcia, de Valencia... Como otro 1212, esta asociación ha convocado fructuosamente a muchos particulares y asociaciones de toda la península Ibérica que, ante la proximidad de tan magno VIII Centenario de la Victoria de las armas cristianas en las Navas de Tolosa quieren rendir el justo tributo a lo que nuestros antepasados hicieron por nosotros.

El acto fue presentado por D. Mario Martos, uno de los responsables de la asociación MEMORIA NAVAS DE TOLOSA. Intervino D. Jorge Galán que subrayó el carácter eminentemente independiente y civil de la naciente asociación. Y, poco después, tomaba la palabra D. Guillermo Rocafort, autor de apasionantes libros como "Yo, Berenguer de Rocafort. Caudillo Almogávar" o "La misión secreta". Rocafort es Caballero Legionario, licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid y licenciado en Derecho por la UNED, con diploma en Estudios Jurídicos Avanzados por la Universidad Autónoma de Madrid y actualmente es profesor de Economía Pública y Economía de la Empresa en la Universidad Carlos III de Madrid, además de colaborador en diversos periódicos, tales como ABC, La Razón y El Mundo.

Don Guillermo Rocafort hizo una brillante conferencia en la que destacó la importancia que para la configuración de España y de Occidente tuvo la batalla cuyos ochocientos años se conmemorarán en el curso de este año. Rocafort esbozó magníficamente los altos valores de la Edad Media cristiana española: la defensa de las viudas y huérfanos, la legendaria proeza de la reconquista y repoblamiento de la frontera por las gentes libres de Castilla, la alianza de los reinos cristianos peninsulares para contener la ola de fanatismo almohade que soplaba del norte de África y que amenazaba con anegar España y, con mucha probabilidad, Europa. El carácter español se forjó en la reconquista, distinguiéndose de la rapiña de los expedicionarios ultramontanos que vinieron a la llamada de la Cruzada, pero con un espíritu de feroz carnicería. Guillermo Rocafort logró arrancar un fuerte aplauso del auditorio cuando expresó con firmeza:

"No queremos centros de interpretación de nuestra Historia. Queremos centros de admiración de nuestros Héroes".

En el contexto de un relativismo que lo inunda todo asistimos hoy a una nueva pérdida de España -como dice D. Ricardo de la Cierva- es, por ello, crucial que recuperemos nuestra historia, lejos de los complejos de inferioridad y culpabilidad que algunos pretenden infundirnos, propalando "visiones" de nuestra historia tergiversadas y tendenciosas.

La asociación MEMORIA NAVAS DE TOLOSA inauguró ayer su andadura. Y pese a quien le pese -a todos esos que desvirtúan la gesta heroica de nuestros ancestros- la Batalla de las Navas de Tolosa será celebrada honrando a quienes hay que honrar: a los Cruzados.Pues nuestro agradecimiento a la valentía y a la nobleza de aquellos que salvaron España de las tinieblas islámicas es la ejecutoria más grande de quienes son bien nacidos. Y no hay vergüenza peor que la de renegar y traicionar lo que amorosamente, con tanta sangre, fue reconquistado.


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